Todo empieza siempre una vez más.

Y si. Debo aceptar que estoy sorprendida porque no me ha vuelto la ansiedad. Tampoco siento ese dolor en el pecho y el frío sólo me visita en las madrugadas. Y eso que ayer estuve a punto de llamarte por teléfono, pero me contuve. Tenía dos opciones: llamarte a ti o llamar a tu madre. Ninguna de las dos fue algo viable. Afortunadamente mi memoria no me traicionó, y pude recordar que tengo orgullo, un orgullo mas fuerte que el amor que te tengo.

He vivido muy rápido, ahora sé que para todos las cosas han sido así, hay quienes lo han sentido como un huracán y aún así, todos seguimos adelante.
Puede ser que ya no tenga tanto tiempo libre como antes. Ahora hasta pienso dos veces lo que tengo que decir, también he aprendido que no debo pensar tanto lo que por obligación me hacen decidir. Y mi sorpresa viene porque las presencias hasta ahora han sido también fugaces, pero esta vez, no me he sentido del todo sola.

Eso también me gusta, digamos que ya me curé de lo que me tenía destrozada estos útimos días y todo gracias a la vida universitaria. Me gustaria que estés leyendo esto, porque probablemente tú también podrías decir que te curaste de todo este caos de celos, odio, amor, etc. Pero qué va, en el fondo creo que tu nunca estuviste enfermo. A mi, muchas veces, me enferma el amor. Es muy cierto, después del amor nunca nada es igual.

He pasado más tiempo con mi familia y con mis amigos. Espero que se note que me he esforzado para sacar la huella que dejaste en mi corazón. El ritual comienza desde el viernes por la tarde, cuando mentalizo que el día siguiente tiene que ser diferente. La noche, por sí sola, es mi amiga.

En fín. Todo empieza siempre una vez más.